Doblada, por favor

Para nadie es una sorpresa que después de los hindús —unos verdaderos cinéfagos insaciables—, los que más consumen cine son los norteamericanos. Por eso no es extraño que la gente del medio alrededor del mundo quiera hacer carrera allá, o intenten vender su trabajo en aquel país.
Sin embargo no es fácil. El rasgo más distintivo del mayor mercado del mundo es el egocentrismo. Las películas que tienen éxito en Estados Unidos deben de tratar de ellos o de algo que les interese y claro, estar habladas en su idioma pues son verdaderamente perezosos para leer subtítulos. Doblada, por favor, parece que dicen. Esa es una de as razones por la cual “El Artista” fue tan exitosa: homenajeaba al viejo Hollywood y carecía de los pesados subtítulos.
La única forma de poder entrar al star sistem desde aquellos lugares siendo director es vendiendo los derechos de las películas para hacer un remake. Práctica ancestral que se ha realizado casi desde que los grandes estudios se posicionaron en el valle de California a principios del siglo XX. Los norteamericanos han  vuelto a hacer cintas francesas, japonesas, suecas, noruegas y otras tantas nacionalidades.
En el caso de México, Gabriel Retes había dado gritos de alegría porque el mismo Steven Spielberg había comprado los derechos de su cinta “El Bulto”; pero el prometido remake se disolvió en el olvido. Algo distinto le pasó a Alejandro Jodorowsky que tuvo que filmar en inglés a exigencia de su productor Allen Klein, para que su película “La montaña sagrada”, tuviera una corrida comercial internacional.
Es hasta que llegó Jorge Michel Grau y su “Somos lo que hay”, una película mezcla de terror con drama, que luego de su éxito en diversos festivales de género de terror  (principalmente en Inglaterra) fue comprada para volverla a filmar.

Patricio Valladares, un joven director chileno que dirigirá el remake de su propia cinta “En las afueras de la ciudad” en Estados Unidos, explica con sabiduría: “Aunque una película sea muy buena, si está en otro idioma, no vende.”
Columna aparecida en Playboy México de Enero

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