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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Millennials vs el mundo

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Platicaba con un amigo, que tiene 22 años, y me decía muy emocionado que “Los Juegos del hambre” le parecían una increíble película de acción. Yo siempre he pensado que esta generación, los llamados “millennials”, se ahogan con muy poco, pero por paradójico que parezca, necesitan mucha información para ahogarse.             Es decir, son un poco ignorantes, aunque presuman que son “la generación más informada”. Es decir, pueden recitar toda la información de wikipedia sobre el tema pero no tiene la experiencia sobre el hecho. Así son sus héroes. Pongamos como ejemplo a Jennifer Lawrence. Ella ha necesitado cuatro películas para destruir un gobierno totalitario, en la película de la saga de “los juegos del hambre”. Al querido Arnold Schwarzenegger le bastó una simple carrera por un pedazo de ciudad destruida para acabar con una tele dictadura en “The running man”. Pongamos otro ejemplo, a Kurt Russel le bastó uno solo de sus ojos para rescatar al presidente de los Estados Uni

Piensa en un número (cuento navideño)

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Dos santacloses, cada uno por su lado, entraron al centro comercial. Uno de ellos, el más gordo, llevaba lentes de pasta y una pistola escondida entre las ropas. La pistola se le había comprado a un tipo hace mucho, cuando iba de cacería. John Smith, se llamaba el gringo que se la vendió. Estaban en Sonora y ahí, el gringo con nombre de novio de Pocahontas, se la enseñó. En aquel tiempo el Santa Claus gordo, que se llamaba Armando García, tenía dinero, tanto que podía costearse año con año pagar el permiso del venado. Luego, invirtió mal, y acabó perdiéndolo todo.             Ese día, 24 de noviembre, no tenía dinero. O cuando menos no él que presumía tener. Ni familia con quién cenar. Su mujer lo había abandonado llevándose a sus dos hijos, en la desesperada, justo antes de verlo caer.             Armando estaba desesperado. Tendría que dejar el cuchitril que había rentado y pasar la Nochebuena en la calle. Como uno de los muchos indigentes que había despreciado en su otra vida,

Los tantísimos libros

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Cuando uno es escritor lo que más te regalan son libros. Uno puede llegar con la maleta vacía a un encuentro y regresar con bolsas repletas de ediciones locales de poetas, cronistas, novelistas y fotógrafos. Una vez, en un festival en Campeche, una señora llevaba pilas de sus obras acomodadas en cinco tantos por cada título. El encuentro se decía nacional, pero la mayoría eran de estados del sur. Las charlas se hacían en un auditorio con una única entrada. La señora acomodó en una mesa sus libros y a todo aquel se escapaba de la conferencia le endilgaba un tomo de su obra, previamente firmado. Si le decías, “ya me dio”, te preguntaba por cuál y te daba otro.             Cuando trabajaba en el instituto de la cultura de mi estado, descubrimos una bodega llena de libros viejos, editados en los ochenta. El director dio la orden de hacer paquetes y regalarlos al por mayor. Así, todo aquel visitante que llegaba se iba con un tomo de la enciclopedia del Estado, un volumen mohoso de &quo

VHS- Toma chocolate

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La primera mujer que recuerdo despertó algo que no era simple disfrute de su belleza, fue la cubana María Antonieta Pons. Tendría yo escasos 11 años y ella apareció en la sala de mi casa a través de la televisión. La película era El teatro del crimen, una suerte de película policiaca donde un hombre es asesinado y un investigador, durante el inauguración del reciento investiga al culpable, descubriendo al final del show que el asesino era el payaso Pancholín (Manuel Medel), quien enamorado de la vedette Rosa Montejo (la Pons), había matado a su rival.             La película era una sucesión de sketches musicales que iban hilando la historia. En el acto que recuerdo, Pons salía con un enorme saco de pieles al escenario, que simulaba ser una sala de juicios al estilo inglés, con un malgeniudo juez y un jurado vestido con pelucas blancas y togas del mismo color. La cubana le explicaba al magistrado que su delito se debía por bailar el cha cha cha. Al parecer era un asesinato incident

Ricardo Piglia "Sobre el género policial"

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Los relatos de la serie negra deben ser pensados en el interior de cierta tradición típica de la literatura norteamericana antes que en relación con las reglas clásicas del relato policial. En la historia del surgimiento y la definición del género, el cuento de Hemingway Los asesinos tiene la misma importancia que Los crímenes de la Rue Morgue , el cuento de Poe que funda las reglas del relato de enigma. En esos dos matones profesionales que llegan a Chicago para asesinar a un ex boxeador al que no conocen, en ese crimen “por encargo” que no se explica ni se intenta descifrar están ya las formas de la policial dura, en el mismo sentido en que las deducciones del caballero Dupin de Poe preanuncian la historia de la novela de enigma. Durante años los mejores escritores del género (Hammett, Chandler, Cain, Goodis, McBain) fueron leídos entre nosotros con las pautas y los criterios de valor impuestos por la novela de enigma. Visto desde esa óptica, Al morir quedamos solos o La mald