Corpóreo y adictivo

"La conversación es la imagen del espíritu.
Según es el hombre, así es su charla."
Publio Sirio
Siempre he visto a Godofredo como un coleccionista compulsivo. Bueno, como un coleccionista a secas porque los que coleccionamos somos compulsivos. Sé que el gusto por acumular es mutuo cuando recuerdo algunas de sus charlas donde me cuenta sobre autores, ediciones, empastados, cuando me recomienda libros que no pensé que estuvieran en su campo de acción, de la necesidad de más espacio para acomodar sus volúmenes me queda la certeza que disfruta con la literatura.  “De pies a cabeza” es el resultado de este vicio por acumular algo que es intangible, maleable y de alguna manera lleno de gozo: el conocimiento.
            “De pies a Cabeza”, su más reciente libro es como tomar un tour hacia lo que puede ser una charla con Godofredo. Las charlas que él y yo hemos tenido han sido siempre caminando o en un viaje; entonces para honrar este hecho comencé a leer su libro en  los traslados en autobuses, mientras subí y baja del metro, o desafiaba las leyes de la gravedad en los enfrenones del transporte público y las asfixia en las horas pico.Eso sí, no podía parar de leerlo.
            ¿De qué habla el libro de marras? del cuerpo humano en una primera instancia, pero en realidad habla de muchas cosas: de la espalda de Jack London y los crímenes bestiales del Silencio de los inocentes; de las lágrimas de Oliverio Girondo y los pequeños pies de las chinas anteriores a la revolución cultural; de la griega clásica y su culto a la  homosexualidad; de los aztecas y sus peculiar gastronomía. Insisto, el libro es como charlar como con Godofredo. Recuerdo alguna vez que hablábamos sobre lo costosos de los libros de Acantilado y que posteriormente pasamos a George Simenon y sus novelas negras, luego a la obsesión por las mujeres de Simenon, para acabar con el cuento fantástico. “De pies a cabeza” sigue una lógica menos explosiva. Se ciñe al cuerpo humano y lo disecciona parte por parte, secreción por secreción, se pone erótico con el pubis y místico con las uñas.

            Ya se había encaminado en un proyecto así con su festejada columna Brujulario del extinto diario Siglo XXI, donde una simple palabra daba para hablar sobre ella y discurrir sobre la cultura occidental y su devenir. A mí estos temas me sorprenden. Hijo de la televisión a fin de cuentas, siempre me rindo ante un conversador que tiene una cultura tan vasta y que la muestra sin pedantería, sin rebusques, con el simple ánimo gozar con ella.

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