2x1 Gloria: ascenso, caída y acenso

Gloria se ve esplendorosa frente a su público. La gente se le rinde y festeja todos y cada uno de sus movimientos. Ahí, reina del escenario, su manager y amante le habla por medio del audífono y le ordena que debe dejar su carrera para irse con él. Ese momento, le explica, debe decirle al público que él está enfermo y que por eso mismo debe abandonar lo todo y desaparecer. Está escena manifiesta lo irreal de la fama y lo que se teje detrás.
Las biopics en México son pocas y la mayoría de ellas se convierten en vehículos de lucimiento para la persona de la cual hablan. El ejemplo más cercano es la fallida Cantinflas, que evitó en la medida de lo posible ahondar en los rincones oscuros de Mario Moreno. Gloria, desde su concepción hace poco más de siete años deseaba ser un mea culpa y limpieza de imagen de Gloria Trevi. Parte de su comeback, explicó la publirrelacionista de Gloria Trevi a Sabina Berman; cuenta la escritora que le pidieron hacer un texto para la revista Gatopardo. Berman, en base a entrevistas con la cantante comenzó a perfilar el guión de lo que sería Gloria, la película biográfica de la regiomontana.
Gloria es una película dispareja, cinematográficamente, pero consistente con su relato. Lo primero que hace es alejarse del relato lineal de auge y caída para hacer una parábola sobre la ambición por ser famoso, y ahonda en cómo se maneja el show business en México. Es valiente porque se atreve a mostrar a personajes intocables y mostrarlos dentro de su acción. Así, sin ningún resquemor hablan con soltura sobre cómo “El Tigre” manejaba la audiencia televisa, como “Raul” era un egolatra y “Paty” una mujer resentida porque su gran “producto”, es decir, la Trevi, había regresado a Televisa. Pero las chicas y los padres del llamado clan, tampoco salen bien paradas. “Esas niñitas son víctimas de su ambición y de su envidia y de la falta de cuidado de sus papás”, dicen en un momento de la cinta.
Si bien, Sofía Espinoza es la protagonista y logra soportar muy bien su papel, ofreciendo matices y fuerza en el escenario es Marco Pérez quién acaba robando la atención en su papel del gurú psicópata que era Sergio Andrade. Pérez logra una buena química con Espinoza salvando del morbo las escenas de estupro y de control enfermizo que el público esperaba.
La elección del director es otro acierto. Christian Keller, el debutante suizo, no cae en el maniqueísmo o en lo aleccionador como suelen ser este tipo de cintas. Sin lograr momentos líricos o exultantes, Keller logra contar con solvencia la historia de amor de dos personas por demás complejas, que en su paso acabaron arrastrando a muchos.

El trailer

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