Energía desbordada, el arte acción fuera del centro

Para fechar el performances en nuestro país tomemos como punto de partida el movimiento de Los grupos y los efímeros pánicos de Alejandro Jodorowsky. Desde ese momento el performances tomó carta de naturalización y ha producido muchos exponentes destacados. A continuación citaré algunos artistas jóvenes que han tenido trabajos constantes dentro del arte acción fuera de la Ciudad de México.

El poblano Brama Santos, es uno de los accionistas que se decanta por el uso del cuerpo, la sangre y las imágenes fuertes. A la salida de su Tehuacán natal se incorpora al grupo “Los Invasores” para posteriormente hacer piezas en solitario en Tlaxcala, Distrito Federal y España. Brama Santos escribe poesía y cuento, disciplinas que incorpora a su trabajo. “Para los performances la lectura es imprescindible y observar, sobre todo observar”, afirma.

Una de sus piezas más recientes “Cicatrices”, fue realizada en la facultad de artes de la Universidad de Veracruz en Xalapa. En ella mezcla la lectura de su poema “Oda al cráneo”, de influencia beat, con una especie de crucifixión. El poema autobiográfico era leído por alguien del público mientras otros pegaban a su cuerpo con cinta transparente objetos cotidianos como plumas, relojes, engrapadoras y pilas. Objetos que, después de un tiempo, le dejaban marcas en la piel. Las piezas de Brama Santos son vivenciales, construidas desde la entraña y se manejan mucho desde el momento anímico que vive.

En otro punto dentro del mismo performances, el tamaulipeco Miguel Rodríguez Sepúlveda, utiliza el cuerpo como objeto para sus piezas, pero de distinta manera. Sepúlveda tiene un posicionamiento político claro. En Emergía por ejemplo, realiza un recorrido por diferentes capitales de Sudamérica para especular “sobre la condición de los referentes culturales dentro del proceso histórico, político y social de Latinoamérica”, como aclara.

Rodríguez Sepúlveda pregunta por los íconos locales a la gente de la calle de la capital que visita. Posteriormente selecciona algunos y se los pinta en la espalda a varios voluntarios, que se pondrán a correr. El sudor interviene los íconos y obtiene resultados sorprendentes, ya que el azar y la emergía producen lágrimas negras en Bolívar o dejan casi intacto a Zapata.

Los registros gubernamentales son también una constante en su obra. En otra pieza, presentada en el “Festival internacional Performagia 1”, se tatuó el código de barras de su CURP en el brazo, para posteriormente tratar de ser reconocido en los lectores de diferentes tiendas departamentales. Quería saber si el código impuesto por el sistema político era reconocido por el sistema económico. El tatuaje fue ofertado, pero nadie aceptó los términos de la compra. En otra acción utilizó la tinta que utilizan para registrar el voto en las elecciones para con ella marcar a todos los asistentes al Ex-Teresa, en la pasada muestra de performance, con la frase “Todos somos culpables aunque se demuestre lo contrario”.

Miguel Rodríguez Sepúlveda y su esposa Fernanda Mejía, tienen a la par de su labor de artística el “Taller Mutinacional”, donde periódicamente se reúnen creadores de varias naciones y ofrecen talleres, charlas y cursos.

En Oaxaca se encuentra “La Perrera”, lugar donde accionistas como Grabiel Civil o la Pocha Nostra han trabakado con ellos. Sus más activos participantes son Gabriela León y Saúl López Velarde. Ambos comparten el compromiso de estudiar y difundir el arte acción en Oaxaca. Razón por la cual conformaron “La perrera, Laboratorio de Arte reactivo”. A su decir, desean la “experimentación curatorial con artistas de distintas disciplinas, propiciando el diálogo entre ellos a partir de catalizadores y la producción de un resultado, cualquiera que este sea.”

Gabriela León en solitario ha realizado piezas que muestran un posicionamiento, si no político cuando menos social. En “Un paseo dominical” recorre las calles de Oaxaca capital ataviada con un vestido realizado con los restos de las barricadas levantadas en el fallido enfrentamiento contra el ahora ex gobernador Ulises Ruiz. La sencilla travesía por la ciudad se convierte en un tour de forcé ya que camina —aparente despreocupada— entre los policías, soldados y manifestantes. Una sencilla caminata que nos revela el polvorín en el que vivieron los oaxaqueños en ese tiempo y que vivimos ahora el país completo.

Otra acción destacable es “Notaria Pública S/N”, que se realizó durante la “Marcha por la vida de las mujeres”. En ella Gabriela León se erigía notaria pública y daba titularidad de su cuerpo a cien participantes. Jugando con el supuesto machista que las mujeres son propiedad del hombre. Así, desde una “posición legal” ellas podían decidir sobre su cuerpo. Las piezas de Gabriela León son muy cuidadas y logran manifestar poesía en cosas que no nos imaginábamos.

En Tlaxcala se ha gestado un movimiento dentro del performances que se vino a consolidar con la presencia del “Festival internacional de performances Performagia” en su séptima edición, dirigido por Pancho López. Mismo que en el 2009 tuvo su sede en Tlaxcala. Aunque ya se veía haciendo trabajo de performances desde unos años atrás, fue después del evento que diferentes creadores se reunieron en un grupo sin nombre para trabajar en equipo, pero de manera individual respetando las constantes de cada uno e invitando a personas de otras disciplinas. Tomaron la calle como su elemento y una plaza, la céntrica Xicoténcatl, como su espacio. Los integrantes más constantes son Mariola Lima, Haydee López y Jonathan Farías, que invitaron lo mismo a antropólogos, escritores, músicos y bailarines para llevar acabo piezas cada 15 días y tallerearlas.

Mariola Lima ha realizado una serie de performances donde se presentaba como diferentes mujeres, desde la novia-esposa hasta la dominatrix violenta. La obra de Lima es rica en elementos metafóricos y no duda en utilizar su cuerpo para proyectarlo como lienzo. Haydeé López, por su parte, ha creado híbridos entre el performances y el teatro como su obra Islandia. O piezas en las que el rol de la mujer en la sociedad es cuestionado. Jonathan Farías, influido por la música, realiza piezas con elementos límite. Lo mismo se transforma en un soldado para violentar a los asistentes, que ofrece su sangre para mostrar el absurdo de la llamada Guerra contra el narcotráfico.

En Monterrey Melissa García lleva acabo un trabajo similar de difusión y estudio del performances que sus pares en otros estados; a la vez que trabaja en su propia obra. El festival de arte acción, “Horas perdidas”, lo realiza con Celeste Flores, Caleb Gómez y Teresa Martínez, compañeras y cómplices suyas. Melissa dice que del “festival hemos aprendido bastante sobre la relación entre arte y espacio público en el peculiar contexto de nuestra ciudad, donde el performance es tan poco conocido y hasta difuso entre las disciplinas artísticas que más se gestan en Monterrey.”

En su obra el uso del cuerpo es primordial y va acompañado de una violencia que parece no serlo. Ya sea que exponga su humanidad al calor de decenas de velas o al frío de bloques de hielo o permanezca bajo un montón de tierra. En su serie “Sangre” se hace sacar la misma con agujas hipodérmicas, ya sea para alimentar una máquina o para bebérsela. ”La sangre es como el punto de unión entre todas las funciones vitales y por lo tanto como la unión entre la vida, la muerte y el amor, tres temas definitivamente recurrentes en mi trabajo.” Afirma Melissa de sus propias piezas.

En Yucatan se encuentran trabajando Débora Carnevali y su pareja Omar Góngora. Entre los dos sostiene una galería de autor llamada “La Periferia”. De su trabajo en este espacio Débora coincide con el resto al expresar que es una labor enorme. “Tenemos que hacer todo: desde aplicar a becas, curar las exposiciones, mantener el programa de actividades, pintar paredes, raspar pintura, limpiar tazas de baño y servir vino. Te vuelves un todologo, lo que al final se vuelve lo mejor de la experiencia”.

Las piezas de Débora Carnevali mantienen un juego con la distancia, con el espacio, más que con la intimidad de la accionista. Utiliza los recursos tecnológicos como el skypee, el teléfono o los anuncios publicitarios como parte de sus elementos.

Por último la obra de Roberto Beltrán en Ciudad Juárez necesariamente es influida por su situación geográfica. Hace ya algunos años conformó el “Grupo efímero”, donde trabajo cuestiones escénicas con otros artistas. Beltrán explica que… “el tema central de mi trabajo es la trasgresión de las fronteras (físicas, mentales y espirituales). Pasar de ser "el artista" a ser "el objeto", a intervenir espacios geográficos fronterizos. Pretendo el cuestionamiento del ejecutor ante el espectador, que a su vez, se confronta y cuestiona si mismo al participar en la experiencia e interacción”.

Este es solo un puñado de la gente que está trabajando fuera de la Ciudad de México; que sigue aglomerando la mayor parte de las propuestas institucionales. Sin embargo y debido a la labor de estos artistas, han surgido diferentes polos de atención en sus respectivos estados. Agradezco la ayuda de Pancho López que sin él este texto no sería posible.

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